Hoy, en el Día Nacional del Psicólogo, celebramos no solo una profesión, sino una vocación silenciosa que transforma vidas desde la empatía, la ciencia y la esperanza.
Los y las psicólogas no solo interpretan conductas o aplican técnicas: abren puertas donde hay muros, sostienen manos cuando ya no hay fuerzas, y devuelven sentido a quienes se sienten perdidos. En un mundo donde el ritmo acelerado y las presiones sociales han convertido la salud mental en un bien preciado, su labor es más necesaria que nunca.
Detrás de cada consulta, hay una persona que eligió caminar junto a otras en sus momentos más frágiles. Que se forma constantemente, que duda, que se equivoca y aprende, y que, sobre todo, elige cada día creer en la posibilidad del cambio. Porque sanar no es borrar el dolor, sino aprender a llevarlo con dignidad.
Con admiración y gratitud enviamos a todas y todos los especialistas del Ipasme un fuerte abrazo, son pieza fundamental. Su labor trasciende las consultas: construyen espacios seguros donde florece la confianza, se reconstruye la esperanza y se fortalece la dignidad. (Prensa Ipasme / Margiolet Rico / Foto: Referencial).