Escrito por Jimmy López Morillo
Para quienes padecimos la dictadura puntofijista con toda su saña, el arribo a la Presidencia del comandante Hugo Chávez Frías significó la apertura de los caminos de la esperanza.
De inmediato, el líder de la Revolución Bolivariana comenzó a dar muestras de que no defraudaría, con el llamado a Constituyente y otras importantes decisiones.
Las esperanzas depositadas en él por el pueblo, se fueron transformando en realidades concretas, incluyendo, por supuesto, la clase obrera, las trabajadoras y los trabajadores, que había sufrido el cercenamiento durante la IV República de la mayoría de sus conquistas laborales, bajo el contubernio de los gobernantes de turno, la funesta CTV y Fedecámaras, que incluso nos despojaron de nuestras prestaciones sociales, en aquella aberración de 1997 que tuvo entre sus protagonistas al entonces ministro de Cordiplan Teodoro Petkoff, uno de los grandes traidores de la historia venezolana.
Chávez restituyó ese legítimo derecho y en 2012 promulgó la Ley Orgánica del Trabajo, las trabajadoras y los trabajadores, otro sueño florecido de la clase obrera que luego, tras el asesinato de nuestro Comandante, vio ascender a la Primera Magistratura a uno de los suyos, Nicolás Maduro Moros.
Al Presidente Obrero, como con justicia se le ha catalogado, le ha tocado enfrentar sin descanso toda la saña genocida del imperio estadounidense y sus mandaderos internos y externos, que no han dado la más mínima tregua intentando retomar el poder, para lo cual, entre muchas otras cosas, desataron una brutal guerra y un bestial bloqueo económico, financiero, comercial y territorial, provocando un agudo deterioro en nuestras condiciones de vida y pulverizando nuestro poder adquisitivo.
Sin embargo, con el respaldo de un pueblo negado a ponerse de rodillas frente a los genocidas de Washington, Maduro ha resistido y, aunque no con la celeridad con la que muchos quisieran –porque nada fácil ha sido-, ha tomado decisiones en función de lograr la recuperación de la economía, como ya lo estamos percibiendo.
En ese contexto, la clase obrera, la trabajadora, ha venido siendo reivindicada, con un proceso en el cual se apunta hacia la recuperación del poder adquisitivo de nuestro salario, con acciones concretas, como el aumento del ingreso mínimo en marzo pasado y los anuncios hechos por nuestro Jefe de Estado el pasado domingo 1° de Mayo.
El solo hecho de ordenar la discusión de las convenciones colectivas pendientes, de saldar las deudas legislativas en materia laboral, el aporte para los jubilados y la creación de un sistema para la recreación y el turismo, entre otras, sin duda son acciones y propuestas que van en la dirección correcta.
Muy a pesar de los enemigos de la Patria, los de afuera y los de adentro, Venezuela, como ejemplo ante el mundo de lucha indoblegable, sigue avanzando por los caminos de su total recuperación, siempre con una clase obrera reivindicada, fortalecida, que seguirá siendo la conductora de sus propios destinos.
Caracas