Por Jimmy López Morillo
Predestinado, genio cuyas dimensiones se han sostenido en el tiempo, nuestro padre, El Libertador Simón Bolívar, entendió a cabalidad la importancia del periodismo, apenas en los inicios del siglo XIX y su utilidad como herramienta en el proceso de nuestra independencia.
De esa claridad que dos siglos después lo mantiene vigente, germinó la creación del Correo del Orinoco, el 27 de junio de 1818, como un mecanismo para difundir las ideas patriotas en medio de la cruenta guerra contra el invasor español.
Con su lucidez, la que aún nos acompaña, nos habló de “La Artillería del Pensamiento”, pues es ésta una profesión desde la cual se “disparan” ideas en defensa irrenunciable de la verdad, atada indisolublemente a la patria como esencia de vida, independiente, soberana y libre de cualquier yugo imperial.
El Día Nacional del Periodista, vale recordar, lo celebramos en esa fecha desde 1965, luego de una propuesta hecha el año anterior a la IV Convención Anual de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), por el colega Guillermo García Ponce, prisionero de la dictadura puntofijista.
Han pasado poco más de dos siglos desde la luminosa iniciativa de Bolívar y, pese a las naturales diferencias en los tiempos, persiste la esencia de los motivos que lo llevaron a la creación del Correo del Orinoco, pues las y los periodistas de nuestro país nos encontramos formando parte de otra guerra de independencia, ahora ofreciendo nuestro aporte en las batallas ahora contra el imperio estadounidense –“que hasta al español jodió”, en palabras de Alí Primera-, que aliado con sus mandaderos internos y externos pretende devolvernos a tiempos coloniales.
Quienes ejercemos la profesión, hemos asumido esa defensa de la verdad y la Patria como nuestras principales banderas, como irrevocable decisión de vida y por encima de los bastardos intereses que han llevado a muchos y muchas a entregarse ante quienes por décadas, desde el poder se postraron a los genocidas de Washington, cediéndoles las inmensas riquezas de nuestro territorio, traicionando al pueblo y a los sagrados principios de libertad que nos legaron nuestros próceres, con Bolívar al frente.
Somos las y los mismos periodistas, los que tenemos décadas batallando e insistimos en ello, a pesar incluso del desprecio de unas pocas y unos pocos que hasta se jactan de afirmar que solo creen en los “comunicadores digitales”, pisoteando a las y los que han trazado el camino y sin cuyo aporte no se habría sembrado lo que ahora se cosecha en nuestra profesión.
Es con el concurso de todas y todos, sin importar su generación, en un marco de respeto para lo que cada una y cada uno podamos ofrecer desde nuestras capacidades, talentos y experiencias, desde nuestras respectivas trincheras, como podremos seguir contribuyendo a que esta lucha por la definitiva independencia siga transitando las rutas victoriosas.