Por Jimmy López Morillo
A Luis Suárez
A quienes han cambiado de paisaje
Tiene uno la piel florecida con las siembras de quienes en estos caminares han dejado en nuestros pasos su semilla, para alimentar esta vida de esperanzas inquebrantables, seguros de que llegará el momento en el cual echaremos a volar definitivamente los nuevos amaneceres para la Patria.
Tiene uno en las tinajas del alma toda el agua que han depositado para atenuar la sed en los combates por la vida. Se lleva en las alforjas todos los tejidos con los cuales hemos ido bordando batallas en la búsqueda de una sociedad más justa, sin explotadores ni explotados.
En la casita abierta al lado izquierdo de nuestro pecho habitan quienes han sustentado sus andares junto a nosotros, en la calidez de un pueblo con cuyos colores nos arropamos en el tránsito vital.
A ellas, a ellos, uno nunca debería conjugarlos en otro tiempo que no sea al lado nuestro. Uno nunca debería enfrentarse a una página en blanco con la dolorosa misión de enhebrar palabras sobre quienes han cambiado de paisaje, y menos con tan terrible frecuencia.
Hace apenas tres meses fueron casi seguidos. En poco más de una semana, se marcharon nuestros queridos colegas, camaradas, Xavier de La Rosa, Raiza Loaiza y Oscar Palacios.
Apenas hace un mes se despidió otro hermano, casi de nuestra propia sangre, Rumaldo Tovar. Con él anduvimos desde los primeros pasos infantiles, conociendo el cine, el beisbol y la revolución, la lucha de clases, en esa familia Mijares-González en la cual compartimos crianza.
El sábado, la vida nos dio otra puñalada en el alma, con el cambio de paisaje del hermano cantor Luis Suárez, sembrador de estrellas y canciones para alimentar los batallones, cuya huella es imborrable en Los Guaraguao y el Grupo Ahora.
Con su rostro a veces ceñudo, en el cual no era difícil encontrar una sonrisa, nos topamos a lo largo de tantos años, para compartir enriquecedoras tertulias, sueños para ir construyendo la Patria Buena. De verbo amable y solidario, llevaba sus profundos análisis sobre nuestra amada Venezuela, con singular maestría y sencillez a sus hermosas composiciones, algunas de las cuales gentilmente nos hacía llegar apenas grabadas.
Jamás vendió ni su canto ni su conciencia, manteniéndose siempre en los caminos trazados por Alí Primera. El sábado, el hermano trasladó su canto a otros paisajes.
Uno no debería andar hilando oraciones envueltas en el lacerante dolor de las partidas. Es otra la misión para unas letras que ahora se visten con este agrio sabor de despedidas.
Pero, a pesar de la herida abierta en el alma, dolorida la canción, cada palabra por la Patria amada, uno sabe que ellos están entre los que nunca se irán, ni Luis, ni Rumaldo, ni Xavier, Raiza, Oscar, para quienes depositamos la flor de sus recuerdos imborrables sobre estos caminos, desde los cuales les decimos: ¡Gracias por tanta siembra, camaradas!
Caracas