Por Magaly Galea
Son nueve años los transcurridos luego del fallecimiento de Hugo Chávez, aún su pueblo siente en carne viva esa triste tarde de llovizna repentina y de un cielo entoldado con nubes grises.
En esquinas entre un café y encuentros con amigos, no es mentira que cuando recordamos a Chávez y los días posteriores a su partida, se revuelven los testimonios de cómo cada quien somatizó el luto e incluso muchos confiesan con triste resignación que hoy,nueve años después, sienten igual la misma tristeza.
Nos preguntamos cómo es posible sentir el luto de manera tan profunda por una persona con la cual no tuvimos contacto físico, tan solo el consuelo de verlo a escasos metros en la avenida Bolívar, durante el revuelco de la multitud y la euforia que causaba el huracán bolivariano (cuando se era muy sortario), del resto, contacto a través de un radio o una pantalla de televisión.
La capacidad de comprensión de la totalidad, para luego irla desnudando paso a paso fue una de las cualidades que le permitió a Chávez compenetrarse con la población y en consecuencia, el pueblo así lo sintió y lo vivió. Su visión analítica y concreta de cada una de las situaciones y de sus diferentes sectores, con plena claridad de nuestra propia historia, le permitió detectar nuevas posibilidades y alternativas con horizontes esperanzadores hacia sus compatriotas.
Sabemos que el uso que le dio Chávez a los medios de comunicación fue clave: pasaron los límites de ser transmisiones meramente informativas a transmisiones de encuentro, de compartir horas de charlas amenas, de historias, cantos y anécdotas, acompañadas de un alto contenido educativo y formativo. Pues, fue ahí, cuando empezó a materializarse esa conexión que va más allá de la piel, de lo físico, que supera lo terrenal y lo lleva al nivel espiritual.
Chávez no solo logró conectarse emocional, mental y energéticamente con un pueblo, es por ello que andando más allá de las convicciones religiosas, pensar en la conexión espiritual es posible.
Tras su fallecimiento, en el proceso de duelo se generó la necesidad de dar continuidad de vínculos, de elaborar significados personales, complementarlos y reforzarlos, lo que va promoviendo la memoria duradera. Esto hizo que todos los conectados emocionalmente con Chávez, tuviéramos mucho más en común: dolor y pérdida, lucha e ideales. Estos elementos emocionales nos han dado espacio para desarrollar modos que permitan reconstruirnos y a su vez mantenernos vinculados con Chávez, más allá de la muerte.
El consuelo reside en la esperanza y en la seguridad del reencuentro, en unidad.
Ahora bien, sin desmérito alguno, me atrevo a comentar que la conexión espiritual entre Chávez y La Mujer ha sido aún más fuerte; es Hugo Chávez quien inicia un rompimiento del encasillamiento histórico y generacional de patrones y normas, impuestos por los sistemas dominantes que mantenían bajo las sombras a quienes formamos parte del género femenino. Él comprendió asertivamente, que el poder interno que reside en una dama era no solo capaz de motorizar, sino de sostener cualquier proceso importante en la vida. Descifró que la principal potencia para poder impulsar y desarrollar un proceso de transformación profunda en la sociedad venezolana, reside en el alma de la mujer.
Inicia esa complicidad con el sector de la población femenina primeramente con un proceso de empoderamiento a través del estudio y el trabajo digno, es cuando una avanzada multitudinaria de mujeres se inserta en las grandes misiones educativas. En ese contexto, estafar, atropellar y explotar a la mujer ya no le es tarea fácil para el maltratador, pues la mujer, históricamente mal tratada, mal cuidada y mal amada, ahora contaba con la complicidad de un Chávez, quien reivindica su rol en la sociedad otorgándole rangos constitucionales, lo que trajo como afortunada consecuencia la creación de mecanismos legales de defensa y protección.
En Chávez, las mujeres nos vimos como hijas, hermanas, madres y abuelas.
Entonces, convencida que si existe una conexión espiritual con este ser humano único, que se encuentra situado en nuestras memorias y corazones, somos las y los responsables y garantes de preservar y conservar todo aquello que logramos construir con él, más allá de lo material, en lo espiritual. Desde el amor infinito que nos tuvo, ¡eternamente te amamos HUGO CHAVEZ!
¡CHAVEZ VIVE!